Había una vez una pequeña escuela en un tranquilo pueblo donde vivían tres niños: Sofía, Diego y Mateo. Cada uno de ellos tenía sus propias luchas internas y enfrentaba el desafío del acoso escolar de manera diferente.
Sofía era una niña tímida y tranquila. Le encantaba la poesía y pasaba la mayoría de su tiempo libre escribiendo versos en su cuaderno. Siempre tenía un libro en la mano y soñaba con ser una escritora famosa algún día. Sin embargo, Sofía también era víctima de acoso escolar por parte de un chico llamado Luis, quien constantemente se burlaba de ella por ser «demasiado callada» y «diferente».
Diego era un niño atlético y extrovertido. Le encantaba jugar al fútbol y siempre estaba rodeado de amigos en el patio de recreo. Sin embargo, su confianza se vio afectada cuando un chico llamado Pablo comenzó a burlarse de él por no ser lo suficientemente bueno en el fútbol. Diego solía evitar jugar en el equipo de la escuela debido al temor al ridículo.
Mateo era un estudiante brillante y siempre estaba entre los mejores calificados en su clase. Sin embargo, su amor por la lectura y la ciencia lo hacía blanco de burlas por parte de Carla, una niña popular que prefería las fiestas y la moda. Carla se refería a Mateo como «el cerebrito» y se burlaba de su falta de interés en las cosas «divertidas».
Un día, los tres niños se encontraron en la biblioteca de la escuela. Cada uno estaba buscando un refugio para escapar de las burlas y el acoso. Allí, encontraron un libro de poesía de Rudyard Kipling, con las palabras que has mencionado al principio. Las palabras de Kipling resonaron en ellos y les hicieron reflexionar sobre su propia actitud.
Sofía, Diego y Mateo decidieron unirse y enfrentar juntos a sus acosadores. Utilizaron la poesía y la literatura como su arma secreta. Sofía recitó versos inspiradores que la ayudaron a ganar confianza. Diego usó la metáfora del fútbol para expresar sus sentimientos y demostrar que no tenía que ser el mejor en el deporte para ser valioso. Mateo mostró a Carla que su amor por la ciencia era tan emocionante como cualquier otra cosa en el mundo.
Con el tiempo, Luis, Pablo y Carla comenzaron a cambiar su actitud cuando vieron que no podían romper la determinación de Sofía, la valentía de Diego y la inteligencia de Mateo. Se dieron cuenta de que el respeto y la amistad eran mucho más valiosos que la burla y el acoso.
La historia de estos tres valientes niños demostró que, como decía Rudyard Kipling, «Todo está en el estado mental». Con la voluntad de cambiar su situación y el apoyo mutuo, pudieron superar el acoso y construir una amistad sólida que duraría toda la vida. Y así, en esa pequeña escuela en el tranquilo pueblo, floreció la belleza de la amistad y la superación de las adversidades.